Bien está lo que bien acaba, y esto acabó bien, pero el comienzo no fue nada bueno. No había visto antes éste guachinche, quizá porque la situación entre tanto coche aparcado y tanto letrero difumine el pequeño cartel que lo señala. Ése día me fijé en el por la cantidad de gente que se agolpaba a las puertas. Ya veníamos rebotados de otros sitios, y nos llamó la atención, así que paramos. Efectivamente, estaba lleno, con gente esperando, y había que coger número. Preguntamos al señor que había en la barra si teníamos muchas mesas delante, y nos remitió al camarero, que a su vez repartía los números.
Primer detalle. Nos situamos donde nos dijeron, esperando que pasara el camarero. El hombre no paraba quieto (lógico, con el jaleo que había), y no nos hacía ni caso. Mientras esperábamos allí como pasmarotes, una persona que llegó después que nosotros, con otras ocho personas, se puso a perseguirlo por el comedor, hasta que se paró. Lo saludó como si lo conociera, y el camarero le dio un número. Ocurrió lo mismo una segunda vez, con gente que llego también después, y ya empecé a mosquearme. Me habían dicho que me pusiera allí a esperar, no que persiguiera al camarero por todo el comedor. Pero esa gente, más lista (y más jeta) que yo, ya se me había colado. Hice el primer ademán de irme, pero entre que ya se hacía tarde, y que había quedado libre el pequeño barril que tienen en la entrada a modo de mesa, decidimos ponernos allí y pedir un poco de vino, y un platito de pata asada, que tenía muy buena pinta, para la espera.
Segundo detalle. El señor que estaba en la barra nos sirve el vino y el seven up, y nos dice que tenemos que esperar por Sergio, que es el que corta la pata, porque estaba liado en el comedor y la cocina. Con lo cual nos quedamos allí, con el vino sin probar (sin comer no soy capaz de bebérmelo), y esperando a que viniera la pata. Y ya no nos podíamos ir porque me parecía feo dejar el vino con el refresco, y no estaba dispuesto a pagarlo sin probarlo. Por fin, al cabo de un buen rato, llegó la pata. Y, todo hay que decirlo, ¡estaba de miedo!. Ya un poco mas entretenidos, la espera, aunque larga, se hizo más amena dando cuenta de aquella delicia, y observamos la buena pinta de los platos que salían de la cocina, hacia el amplio y repleto comedor. Allí ofrecen, entre otras cosas. Queso blanco, Semicurado, Ensalada, Cherne o Churros de pescado, y de su brasa salen bistecs, chuletas o solomillo, además de la exquisita pata y lo que detallaré después.
Por fin, no se ni cuánto tiempo después, una eternidad en cualquier caso, conseguimos mesa. Una vez sentados, vimos que aquello era un auténtico caos. Allí había mesas que levaban bastante tiempo sin que se les tomara comanda, y sin embargo se la tomaban a mesas recién sentadas, no se si por descontrol o "enchufe". Incluso las mesas "amigas" que habían "conseguido" mesa antes que nosotros, y que empezaron de bromas con el camarero, se fueron poniendo cada vez más serios, y con razón. Aquello era una escena sacada de "Pesadilla en la cocina", donde después de tenerlo todo muy bonito y con platos estupendos, la encharcan cuando comienza el servicio.
Ya bien entrada la sobremesa/tarde, y rebajada ya la presión al ir terminando las mesas, se empezó a normalizar la situación. Y lo cierto es que una vez que empezaron a salir nuestros platos, lo hacían a buen ritmo y sin esperas. Y por lo menos, tengo que decir que estaba todo estupendo. Desde la ya comentada pata asada, a la Ropa Vieja o la sabrosa Fabada, así como el rejo de Pulpo, en su punto de cocción, acompañado de su pimientita y papas arrugadas. Terminamos con un tremendo bistec de cerdo demostración de la buena mano que tienen con la carne y la brasa. Y rematamos con una fresca Tarta casera de tres leches. Para beber, una cuarta de vino (mas otra con la pata en la espera), y cuatro refrescos. Si hablamos sólo de ésta última parte, la comida estaba estupenda, y también el precio, menos de 38 euros por todo. Un sitio recomendable y que, evidentemente, si se pone como se pone, por algo será. Pero no sé yo si merece la pena pagar ese peaje por llegar a comer. Sobre todo cuando la solución parecía tan simple como poner alguna persona más para reforzar. Salvo que fuera algo puntual ese día. Que si lo fue, pues mira, ¡nos tocó!.
Teléfono: 676-544 591Coordenadas:
Latitud: 28.42855499599634 (28º 25' 42.8" N)
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