"El momento elegido por el azar vale siempre más que el momento elegido por nosotros mismos", dice un proverbio chino. Además de que quede chulo en un artículo citar frases célebres, el dicho viene al pelo para ésta ocasión.
Si habré pasado veces yo por ésa carretera y nunca había reparado en éste restaurante, y el otro día, que iba con la familia con destino a Barranco Hondo a ver si dábamos con algún sitio donde nos apeteciera echarnos algo, un despiste al tomar un cruce, equivoco el camino y, buscando donde dar la vuelta, nos lo cruzamos, con su pizarrita por fuera y algunos coches aparcados en el arcén de enfrente. Nos picó la curiosidad y paramos a verlo.
El restaurante, como su nombre indica, es una antigua casona que, por lo visto, antes era una bodega, y la han reconvertido, con un comedor alargado en el que hay unas cuantas mesas, quizá un poco juntas para mi gusto, junto a una pequeña barra hecha con bloques tipo cantos blancos del sur. En un cuarto contiguo hay otras 4 mesas donde se puede estar con mayor privacidad. Hacia allí fuimos ya que el comedor principal estaba lleno.
Me llamó la atención el aroma a canela que impregnaba todo el restaurante. No se si está hecho a propósito o se habían pasado ése día con la especia, pero daba un toque agradable a la estancia, y además, ¿no dicen que la canela tiene propiedades afrodisíacas?.
Tienen una carta bastante amplia, la verdad, con algunos platos del día en una pizarra en el exterior. Destaco entre otros Pulpo, Arroz caldoso, Fideuá, Montaditos de batata con almogrote, Zarangollo (verduras, cebolla y patata), Ensaladas normal o tibia, Bacalao, Pimientos de padrón... Nosotros pedimos unos montaditos de queso Idiazábal riquísimos y muy bien presentados, Ropa vieja ( que estaba buena, pero parecía más unas garbanzas con carne de puchero ), Escaldón y Fricasse de pollo (riquísima, pechugas de pollo troceadas con una salsa con nata que "sopeteamos" toda). No pedimos postre, solo cafés.
Todos los platos que vi pasar tenian una pinta estupenda, y muy bien presentados, el servicio bastante rápido pese a estar casi lleno y sólo vi a dos personas atendiendo las mesas, y aquí viene el único punto negativo: la persona que nos atendía, con perdón, sabía tanto del restaurante como yo. No se si era un extra o estaba empezando, pero no supo decirnos qué tenía la ensalada tibia, o el Fricassé de pollo... a cada pregunta nuestra se quedaba en blanco e iba en busca del compañero que nos lo explicaba. Al final daba apuro preguntarle algo más para no meterla en más compromisos. Un pequeño detalle a mejorar, salvo que fuera algo puntual de ése día.
En resumen, un sitio recomendable encontrado por casualidad donde se come muy bien a precios normales, lo que pedimos mas unos cuatro o cinco refrescos y agua nos salió en total por unos 35€. Lo más fácil para llegar es entrar por el desvío de la autopista en las Caletillas, subir hasta la general y girar a la izquierda en dirección Candelaria.
Si habré pasado veces yo por ésa carretera y nunca había reparado en éste restaurante, y el otro día, que iba con la familia con destino a Barranco Hondo a ver si dábamos con algún sitio donde nos apeteciera echarnos algo, un despiste al tomar un cruce, equivoco el camino y, buscando donde dar la vuelta, nos lo cruzamos, con su pizarrita por fuera y algunos coches aparcados en el arcén de enfrente. Nos picó la curiosidad y paramos a verlo.
El restaurante, como su nombre indica, es una antigua casona que, por lo visto, antes era una bodega, y la han reconvertido, con un comedor alargado en el que hay unas cuantas mesas, quizá un poco juntas para mi gusto, junto a una pequeña barra hecha con bloques tipo cantos blancos del sur. En un cuarto contiguo hay otras 4 mesas donde se puede estar con mayor privacidad. Hacia allí fuimos ya que el comedor principal estaba lleno.
Me llamó la atención el aroma a canela que impregnaba todo el restaurante. No se si está hecho a propósito o se habían pasado ése día con la especia, pero daba un toque agradable a la estancia, y además, ¿no dicen que la canela tiene propiedades afrodisíacas?.
Tienen una carta bastante amplia, la verdad, con algunos platos del día en una pizarra en el exterior. Destaco entre otros Pulpo, Arroz caldoso, Fideuá, Montaditos de batata con almogrote, Zarangollo (verduras, cebolla y patata), Ensaladas normal o tibia, Bacalao, Pimientos de padrón... Nosotros pedimos unos montaditos de queso Idiazábal riquísimos y muy bien presentados, Ropa vieja ( que estaba buena, pero parecía más unas garbanzas con carne de puchero ), Escaldón y Fricasse de pollo (riquísima, pechugas de pollo troceadas con una salsa con nata que "sopeteamos" toda). No pedimos postre, solo cafés.
Todos los platos que vi pasar tenian una pinta estupenda, y muy bien presentados, el servicio bastante rápido pese a estar casi lleno y sólo vi a dos personas atendiendo las mesas, y aquí viene el único punto negativo: la persona que nos atendía, con perdón, sabía tanto del restaurante como yo. No se si era un extra o estaba empezando, pero no supo decirnos qué tenía la ensalada tibia, o el Fricassé de pollo... a cada pregunta nuestra se quedaba en blanco e iba en busca del compañero que nos lo explicaba. Al final daba apuro preguntarle algo más para no meterla en más compromisos. Un pequeño detalle a mejorar, salvo que fuera algo puntual de ése día.
En resumen, un sitio recomendable encontrado por casualidad donde se come muy bien a precios normales, lo que pedimos mas unos cuatro o cinco refrescos y agua nos salió en total por unos 35€. Lo más fácil para llegar es entrar por el desvío de la autopista en las Caletillas, subir hasta la general y girar a la izquierda en dirección Candelaria.
Dirección: Carretera general del sur, 44 Candelaria.
Tel: 922-500 095
Web: http://www.lacasonadelvino.com/
Tel: 922-500 095
Web: http://www.lacasonadelvino.com/
El Arroz Caldoso muy bueno y la Fideua tambien y el personal muy atento
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