Aprovechando que teníamos que hacer tiempo antes de volver al trabajo, nos fuimos a dar una vuelta para echarnos algo rápido. Al pasar por Tegueste, reparé de nuevo en éste sitio. Si la memoria no me traiciona, creo que lo llevo viendo desde que era un chiquillo, cuando iba con mi familia a la Punta del Hidalgo, en tiempos en que a La Punta cada verano le nacía un segundo pueblo, sobre todo al final del camino, en la ermita de San Juanito, donde todos los años nos reuníamos un gran numero de gente, casi siempre las mismas, procedentes de distintos puntos de la isla. Algunos se quedaban en las casetas de madera que se habían ido construyendo junto al mar, y otros, como era nuestro caso, con tiendas de tela, y allí nos pegábamos todo el verano. ¡Que de recuerdos! ¡Que bien dormirse y levantarse durante casi tres meses al arrullo del mar a apenas 50 metros de las paredes de tela! ¡Que de noches asando piñas, cantando o jugando a lo que fuese, a la luz de las "Butsir"! ¡Que poco se necesitaba para pasarlo bien!. Allí no había agua corriente, baños ni casi ningún servicio básico, pero nos las apañábamos muy bien. Sólo el simple hecho de subir con el coche al pueblo para llenar las bombonas de agua, era toda una excursión para los niños como yo. Hasta que un día alguien, en vez de la Ley de Costas, le aplicó la del Fuego, y arrasó con todas las casetas de madera, que con el tiempo ya se habían convertido en pequeños apartamentos, dejando a mucha gente sin su preciada propiedad y a nosotros, sin nuestro "verano azul" particular, porque aquello no volvió a ser lo mismo. Nunca me enteré de que pasó realmente, si fue accidente o provocado, era un niño y estaba a otras cosas, pero tiendo a pensar que a alguien le molestaban allí ésas casetas y decidió acabar por la vía rápida con el problema.
Me ha quedado ésto un poco de batallita de Abuelo Cebolleta, pero me han venido los recuerdos, y me ha parecido bien reflejarlo aquí. Seguro que si me lee alguien que también haya estado por allí en ésa época, lo recordará con cariño. En todo caso, perdón por el peñazo.
Me ha quedado ésto un poco de batallita de Abuelo Cebolleta, pero me han venido los recuerdos, y me ha parecido bien reflejarlo aquí. Seguro que si me lee alguien que también haya estado por allí en ésa época, lo recordará con cariño. En todo caso, perdón por el peñazo.
Tras ésta especie de "flashback", como decía, pensé que después de tantas veces de pasar por delante, ya era hora de ver cómo era por dentro. Al ver la entrada ya me pareció que no me equivocaba en el recuerdo, y que además el sitio se había anclado en aquella época. En la fachada, además de la pizarra con los platos del día, un gran cartel anuncia que ahí se celebran bodas, bautizos, cumpleaños, fiestas de fin de curso, fiestas familiares.... y ¡Onomásticas!. Cool, eh?. Desde luego, no se les escapa ninguna fiesta.
Ya dentro, el sitio rezuma recuerdos de fiestas pasadas, épocas de "guateques", de visitas de "Güiris" (tiene un cartel de "se habla alemán", además de la bandera inglesa y la alemana) y de celebraciones. Esa barra, ése comedor, no muy grande pero espacioso, ése techo imitando al interior de una cueva, con sus pequeñas estalactitas de yeso, los juegos de luces, los grandes altavoces en las paredes, y al fondo, un gran número de sillas apiladas, prestas para ser utilizadas en caso de mucho aforo, señalaban que ahí se comió y bailó lo suyo (desconozco si aún se hace. De hecho desconozco si todo lo que he comentado en éste párrafo ha pasado. No esperen aquí periodismo de investigación, yo voy a comer y cuento las impresiones que percibo, a riesgo de equivocarme. Ya me corregirá alguien).
En lo que a comida se refiere, ése día tenía lo que se lee en la pizarra (pueden ampliarla haciendo click sobre la foto). Nosotros pedimos un plato de carne con papas, ¡Que ricas!, de sabor muy casero, así como el Conejo en salmorejo, muy sabroso también, con unas buenas papas arrugadas. También pedimos unas salchichas, no las típicas parrilleras, sino tipo Frankfurt, grandes, servidas con mostaza, supongo que tendrán su demanda de clientela extranjera. Estaban buenas también. Con medio litrito de vino, tres refrescos y dos cafés, nos quedamos a gusto por menos de 28€. Buen servicio, muy atento, ayudaba también que había poca gente un Viernes al mediodía. Habrá que volver a ver cómo está ése escaldón o las garbanzas, si están como la carne con papas, valdrá la pena.
Dirección: C/ Hernández, 22. TEGUESTE. Teléfono: 922-541 007
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