viernes, 1 de julio de 2011
Tasca Restaurante El Valle
Que la crisis está afectando duramente a los restaurantes no es ningún descubrimiento. Que algunos restaurantes estén haciendo encaje de bolillos para adaptarse a la situación, y tratar de mantenerse a flote mientras dure la mala racha, es encomiable. Otra cosa es si las decisiones que se toman son las adecuadas o no. Eso lo dirá el tiempo. Unos reducen el número de platos de la carta, y se especializan, y otros, con idea de abarcar lo máximo posible, hacen todo lo contrario: Convierten la cocina en un cajón de sastre donde cabe todo: desde lenguado a la Meuniére o Stroganoff, pasando por potaje o carne de cabra, hasta pizzas, arepas o pollo para llevar. Particularmente, soy más partidario del primer grupo. En el segundo, si lo haces bien, vale. Si no, es hasta contraproducente. Y creo que mantener una carta tan amplia en condiciones, cuando no hay mucha afluencia de gente, es complicado. Me viene ésta reflexión a la cabeza a cuento del restaurante del que les voy a hablar hoy. ¿Le habrá pasado algo de ésto?.
Yendo por la zona de Santa Úrsula, por la Cuesta de la Villa, se encuentra uno un buen número de restaurantes en un pequeño trecho, y ya nos vamos acostumbrando a que formen parte del paisaje las pizarras a pie de arcén para llamar la atención de los clientes, con las ofertas del día, o con leyendas del tipo "¡Coma aquí a precios de Guachinche!". Después de varias vueltas, me fijé en que algo había cambiado en éste restaurante: Vi un letrero distinto al que yo recordaba, y pensé que lo habrían reformado. Paramos a ver que tal.
En la entrada, un cartel con la carta. Aprovecho para comentar que es un detalle que deberían tener en cuenta los restaurantes, en general. Poner en la entrada, a la vista, lo que uno va a encontrarse dentro. Así uno termina de decidir si entrar o no. A pesar de que, como acabo de comentar, soy algo reticente a los sitios donde se prepara "casi" de todo, y aquí la carta era bastante diversa, el sitio nos pareció acogedor, y como nos gustaron alguno de los platos, nos decidimos a entrar. Sólo había una mesa, era un Domingo muy tranquilo en los restaurantes de la zona, se veían todos con poca gente excepto "El Tinglado", donde había bastante jaleo.
Como decía, el sitio es muy acogedor, decorado con mucha madera, luminoso, gracias a los grandes ventanales que, no sé bien la razón, cubrían con grandes cortinas, que no dejaban apreciar las vistas, pero vestían muy bien al comedor. En otra zona, las cortinas son gruesas, opacas, de un llamativo color entre naranja y amarillo, y le confieren a la zona mayor intimidad. La carta, mejor que detallarla, como es tan amplia (hay numerados hasta 78 platos, mas los postres), y estaba bien clara a la entrada, les pongo la foto aquí. Además tienen platos fuera de carta. Como ven, bastantes platos.
Nosotros empezamos pidiendo una ensaladilla, que estaba buena; Un plato de escaldón que estaba regular, y al que para acompañar nos pusieron en la mesa dos botes de plástico con los ¿mojos?, tal que si fueran la guasacaca y el mojo de las arepas (a lo mejor lo eran). Llámenme tiquismiquis, pero un mojo en ése recipiente no es de recibo. Será mojo, pero también es vino el que se sirve en vaso plástico, y no he visto ningún restaurante (ni guachinche) donde se sirva así. Pedimos también unos boquerones rebozados, muy buena pinta y poco sabor; Lo mejor, las chistorras, con ésa cebollita por encima, estaban muy sabrosas, quizá las mejores que he probado, por lo diferentes; Al Bacalao encebollado le faltaba algo de sabor, aunque no estaba malo; y terminamos con unas chuletas con papas fritas. Estaba buena, pero no es la chuleta que uno espera encontrar en un restaurante en el Norte. De postre pedimos una especie de mousse de fresa, que estaba muy rico, y helados. Nos bebimos una cuartita de vino y unos cuantos refrescos. La cuenta fué de 54 euros justos. No es caro para lo que pedimos, pero me llevé una pequeña decepción con la comida. Y es una pena, porque el sitio está muy bien, y la atención fue excelente, muy amable. De ahí mi reflexión inicial.
Dirección: Carretera Provincial 108. Cuesta de la Villa
(SANTA ÚRSULA) Teléfono: 922-300 971
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Ante todo agradecer la creación de este blog, por fín doy con un blog interesante, bien redactado todo, con fotografías de platos, descripción del lugar etc...
ResponderEliminarAyer noche estuvimos deambulando por la zona, y vimos justamente eso; pizarras con el lema " coma aquí a precios de Guachinche ".
Teníamos duda donde cenar, Fuimos a la puerta de El Tinglado, pero nos dijeron que había unos 30 minutos de espera, por lo tanto decidimos ir a ver que se cocía por los alrededores y nada, justo enfrente vimos la Tasca el Valle. En la puerta se agradece que tenga la carta para evitar sorpresas, le echamos un vistazo por encima y decidimos entrar.
A destacar por encima de todo el trato recibido por el propietario, el cual se preocupó en cada momento de como encontrabamos todo.
Al abrir la carta, me chocó un poco encontrar arepas ya que el lugar tiene un ambiente familiar y no de Fast-food. La carta a día 20/08/11 se dividía en entremeses, pescado, carnes y arepas.
No me voy a aventurar en cuanto a hacer de crítico gastronómico ya que pecamos de comer comidas stándard y no puedo aportar mucho al respecto, pero lo que comimos estaba bastante correcto, eso sí uno de los pocos sitios en el Norte donde el vino no me resultó aguachento. De postre el dueño nos ofreció una mousse de chocolate, muy similar a la trufa de los pasteles de cumpleaños, es decir que parecia nata chocolateada, pero bueno no vimos ni preguntamos por carta de postres, otro error nuestro más. Por último y como gesto se agradece, nos trajo como siempre muy servicial el dueño, 2 botellas de licor y el típico Ruavieja de hierbas para que nos tomasemos unos chupitos. Y nada, acabando ya mi sermón, la cuenta no llegó a 20 euros por lo tanto puedo darle un aprobado al lugar, ya que me temía algo peor al ir sin un rumbo específico.