Hoy les traigo otro Guachinche más, casi recién abierto. Claro que, si miran las fotos que acompañan a este comentario, me van a decir: ¿pero que guachinche es éste, con ese pedazo de instalaciones?. Pues tienen razón. Ya comenté en el post anterior lo que pensaba del uso que se le está dando últimamente al término. Aunque en este caso, en esencia es más Guachinche que muchos de los que aparecen por este blog: Venden vino de su cosecha (aunque sea embotellado y con denominación de origen), la comida es totalmente casera (hasta el pan rallado de las croquetas, según su cocinera), y muy buena, como pude comprobar después. Y sobre todo, los precios son de auténtico Guachinche. Si además, se envuelve en estas bonitas instalaciones, miel sobre hojuelas. Así que no sé a que esperan para ir. Bueno, esperen a leer el post completo.

En El Sauzal, subiendo por el Calvario, una vez pasado por el Complejo deportivo hasta el final de la pendiente, y luego girando a la izquierda hacia una calle sin salida, se encuentra la finca donde allá por los setenta el conocido constructor Don Roberto Torres del Castillo dió forma a la Bodega La Palmera, de cuyos caldos se nutre el Guachinche. Y hasta aquí puedo leer, en cuanto a la historia de la Bodega, que si no me iba a quedar esto muy espeso. Si quieren conocerla con más detalle, y el trabajo en el Guachinche se lo permite, el personal gustosamente les hará una visita guiada por las entrañas de la bodega, y les explicará todo, con una pasión y conocimiento como si llevara allí toda la vida.

El caso es que, dado que ahora la producción en la bodega es poca, tuvieron la idea de aprovechar sus bonitas y acogedoras salas para ofrecer allí sus productos. Además del vino, la finca colindante también les suministra el ingrediente principal de una de sus especialidades, y plato fijo de la carta: El Conejo, que preparan frito o en Salmorejo. Lo acompañan con unos cuantos platos que van variando cada semana, de la que de momento creo que sólo abren Sábados y Domingos.

Pasamos por allí un Sábado por la tarde, ya cuando estaban casi cerrando, y entramos a ver que tal. La primera impresión fue, "¡que bonito!", y la segunda, " así serán los precios". Al vernos por allí husmeando, tuvieron la amabilidad, pese al cansancio de la jornada de trabajo, de enseñarnos la Bodega, abrirnos los calderos para que viéramos algunos de los platos que preparaban, e incluso darnos a probar las Garbanzas (ricas, ricas), y un vasito de vino tinto. Y, quizá adivinando nuestros recelos, nos aseguró que "los precios eran de Guachinche". Nos encantó el sitio y la amabilidad que nos mostraron (y, todo hay que decirlo, las garbanzas). Así que quedamos en ir el Domingo a picar algo.

Allí que nos fuimos, tempranito. Como decía, van variando los platos que ofrecen. Ese día, además del ya comentado Conejo y de lo que pedimos nosotros, tenían Pastel de carne, Queso blanco, Carne fiesta y Bonito fresco en adobo. También pueden encontrar Tollos, Fabada, Costillas con papas o Ensalada. Para acompañar, su vino La Palmera, tinto, o un blanco afrutado que merece mención aparte. Nos pareció que no íbamos a poder con una botella, así que decidimos pedirlo por copas, con un seven up para rebajarlo, como siempre. En cinco minutos llevábamos tres copas cada uno, sin seven up ni nada, y al final nos iba a salir más caro que pedir la botella entera, cosa que finalmente hicimos. Sin ser un entendido ni haber catado demasiados, si les puedo decir que es el mejor blanco que he probado. ¡Cómo bajaba!. Y ese agradable sabor dulce del principio no daba paso al amargor final de otros, que es justo lo que no me gusta del vino, razón por la que le añado seven up. Estaba riquísimo, la botella voló enseguida, y hubiéramos podido con otra, pero a ver cómo salíamos de allí.

Y vamos a lo principal, la comida. Las Garbanzas, ya lo dijimos el día anterior. Como se les terminó la Fabada, la cambiamos por una fresca Ensaladilla, muy buena y casera. Probamos por primera vez unas croquetas de Conejo, aunque también las preparan de atún o verduras. Buen empanado, y buen relleno. El Escaldón estaba muy ligero y sabroso, sabor que potenciamos con los mojos que nos pusieron al principio. Y terminamos, cómo no, con el Conejo en salmorejo. Muy rico, y bastante carnosito. Por ponerle algún pero, para que no se me hinche demasiado la cocinera, hubiera agradecido un buen plato de papas arrugadas para acabar con esa salsa, en lugar de las papas fritas. De postre, un rico trozo de tarta de limón (lo de Lemon Pie en la carta no suena muy guachinchero). Tenían también de galleta con café o con chocolate. Terminamos con tres cafés de cafetera casera. La atención, tan buena como el día anterior, y el relajado ambiente que se respiraba se prestaba para una buena tarde, como así fué. ¿Y el precio?. Miren la foto de abajo. La ensaladilla, el escaldón y las garbanzas eran medias raciones, pero bien colmadas, y no nos quedó apetito para pedir nada más. Teniendo en cuenta que la botella de vino costó 7 euros, además de tres refrescos, pues qué quieren que les diga del precio. Si además salir henchidos cuatro personas, de buena comida y bebida, en un sitio bonito y agradable, bien atendidos, paga por todo (incluido el vino) poco más de 29 euros, que quieren que les diga. Pues éso, que no sé a qué esperan para ir.

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