sábado, 1 de junio de 2013

Bodegón Los Muchachos


Habiendo la cantidad de sitios que hay por esta isla para comer, ¿para qué perder el tiempo y/o la paciencia esperando hasta una hora por fuera de un restaurante, por muy bueno que sea, para conseguir mesa?. Nosotros, salvo que sea tarde, el hambre apriete, y no haya otro sitio en muchos kilómetros a la redonda, si vemos que está lleno, damos media vuelta y vamos a por otro. Eso sí, no lo perdemos de vista, porque algo tendrá el agua cuando la bendicen. Y si la gente se arremolina por fuera esperando, habrá motivos. Así que, en cuanto podemos, volvemos a pasar a ver si en esa ocasión hay más suerte. Pues en éste Bodegón de hoy, no se ni la de veces que pasamos, y no había manera de entrar siquiera a verlo, ya que no se podía ni pasar. Hasta que el otro día, que íbamos por la zona de camino a otro sitio, ¡milagro!, no había nadie por fuera, aunque estaba lleno una vez más, y por fin pudimos entrar a comprobar por qué se llena siempre.

Hombre, una de las razones de que se llene tan rápido es el tamaño del local. El pequeño comedor alberga sólo tres mesas, mas otras dos junto a la barra. Barra en la que acaba comiendo la mayoría de la gente, porque si no, la espera se haría eterna. Y no digo yo que estuvieran a disgusto comiendo allí, no. Parecía que todo el mundo conocía bien el sitio. Sabían a lo que iban, y estaban de muy buen grado dando cuenta de los platos en la barra, o esperando fuera, en plena carretera, con el vaso de vino y el platito de cacahuetes. Y un detalle que se percibe al entrar, y que favorece el quedarse allí, es el olorcillo a comidita buena: La verdad es que abría el apetito.

Comidita que anuncian en las pizarras distribuidas por el comedor, y que pueden ver en detalle pulsando sobre la foto de la izquierda. Además suelen tener Bacalao encebollado, o pescado salado. A destacar, aunque no lo probé, el Pulpo que vi pasar, tenía una pinta estupenda. Y curioso que ofrecieran callos, un plato difícil de encontrar, y más en un Bodegón. No tuvimos que esperar mucho para conseguir mesa, ya que había una terminando y éramos los siguientes. Por fin íbamos a ver que tal se cocinaba allí.

Y la verdad es que todo lo que probamos se correspondía con los aromas que salían de la cocina. La Fabada estaba muy sabrosa, así como la Ropa Vieja, con esas verduritas que potenciaban el sabor. Como a mi familia no le gustaban (será por el nombre, porque no los han probado nunca), pedí sólo una tapa de Callos para probarlos. Estaban buenos, aunque a mi me gustan más picantes. Y, como eran a la canaria y no a la madrileña, los acompañaban con unas papas arrugadas. Exquisitos los Hígados de conejo fritos, muy tiernos, y muy bueno también el Conejo frito. Rematamos con un quesillo casero, y para beber, la habitual cuarta de vino y cinco refrescos. El servicio fué rápido, se nota que están acostumbrados al jaleo. Y lo mejor, es que salimos bien llenos, por poco más de 25 euros. Con razón se pone como se pone. 

Dirección: C/ San Cristóbal, nº 194. Ravelo
EL SAUZAL.
Coordenadas:
Latitud: 28.4522259 (28º 27' 8.01" N)
Longitud: -16.42623750000007 (16º 25' 34.46" W)

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