

La entrada en vigor éste mes de la nueva Ley antitabaco va a suponer un nuevo palo para los restaurantes, y una vuelta de tuerca más en la tarea de hacerle la vida imposible a los fumadores. No voy a profundizar sobre el tema, sólo digo, como ex fumador tolerante con los que fuman, lo mismo que decía cuando estaba enganchado al tabaco: ¡Que prohíban la producción y que cierren las fábricas!. Muchos lo agradecerían, pero a ver quien es el guapo (léase partido político) que renuncia a recaudar, dicen, sobre doce mil millones de euros al año. Por cierto, para el que realmente quiera dejar de fumar, tengo que decirles que yo, después de muchísimo tiempo con el "hábito", y de intentarlo en multitud de ocasiones en vano, va ya para cinco años que logré dejarlo, de un día para otro, sin traumas ni pasar "mono". Todavía hoy no me creo que me haya resultado tan fácil. Sólo estuve algo más de dos semanas de preparación, lo que tardé en leer un pequeño libro de ayuda, en el que me gasté los siete euros y pico mejor invertidos de mi vida. Si alguien está interesado, que me envíe un correo y le amplío la información.
He soltado aquí todo el rollo anterior para comentar que, además, la ley nos deja estampas como la que

me encontré el pasado Día de Reyes cuando iba a éste restaurante, del que leí que su especialidad eran las lapas (y las morenas, aunque a mi éstas no me gustan). Como ven en la foto, la entrada es pequeña, y tiene antes de entrar una especie de terraza acristalada. Ahí se arremolinaba bastante gente, de pie o sentados, sin consumir nada, sólo fumando. Una escena que, por inusual, la verdad, como primera impresión, no daba muy buena imagen general del sitio. Habrá que ir acostumbrándose a esa imagen, esos pequeños "guetos" a la intemperie, a las puertas de los restaurantes, a los que la ley ha confinado a los pobres fumadores, como si no fuera suficiente castigo para algunos no poder evitar el suministrarle al cuerpo la dosis de nicotina y demás aditivos que necesita, en uno de los pocos momentos en los que se disfruta, como es después de comer. Podían haber dejado las cosas como estaban, la verdad (me refiero al caso de los restaurantes).

Una vez traspasada la barrera de humo, entramos en un estrecho pasillo con una pequeña barra, donde había unas cuantas personas tomando vino. Me iba haciendo a la idea de que nos habíamos equivocado en la elección del sitio, que no era lo que esperaba. En otra estancia, separado de la barra y a puerta cerrada, se encuentra el pequeño comedor, con unas diez o doce mesas, casi todas ocupadas. Ahi ya cambiaba la cuestión, era un comedor pequeño, acogedor, tipo Bodegón, decorado con cierto estilo rústico. Aún así no ví muy convencidos a mis acompañantes, pero a mí me apetecía mucho comer lapas, y ya me ha pasado otras veces, que al entrar en un sitio no te llevas una impresión muy positiva, y luego te sorprendes (también me ha pasado al contrario). Así que, para convencerlos, sentencié con una frase que demuestra mi perspicacia y originalidad: "Si está lleno es que se comerá bien". Ante este argumento de peso, decidimos pasar y sentarnos.
Esta vez tocó la de cal. ¡Que bien se come aquí!. Como decía, el comedor estaba lleno, y tardaron un poquito en atendernos, pero una vez cogieron el pedido, el servicio fué a buen ritmo. Me comentaron que ése día, por esperar mucha gente, no preparaban tantos platos como habitualmente. Sin embargo, había bastante donde elegir: Garbanzas, Pescado encebollado, Carne fiesta, Carne de cabra, Bistec de cerdo, Cabrito frito, Conej

o frito o Puré de Calabaza. Ésto es lo que no probamos, y que tendremos que volver para hacerlo, porque si está como lo que comimos, vale la pena. No había un plato que estuviera regular, todos estaban de bueno para arriba. Empezamos por la tremenda sartén de lapas (no por lo grande, sino por lo buenas). Pedimos también un plato de queso de Fuerteventura con dulce de higo, muy buenos. Muy buenas también las Croquetas caseras; Un rico escaldón, que nos supo a poco, pero no quisimos repetir para probar más platos. Lo que no nos quedó más remedio que repetir fué la Carne con papas: ¡Cómo estaban!. No se vayan sin pedirlas, están realmente sabrosas. Cayó también un plato de Pata asada, preparada a la Gallega, con su pimentón picantito. Estaba muy bueno el Choco asado, hasta la ensalada de guarnición estaba estupenda, con el mojito que le caía del Choco. Finalmente le entramos a unos crujientes Chopitos fritos. Todo realmente bueno. Acompañamos con un litro de vino que bajaba como nada, siempre con su Seven Up, y unos cuantos

refrescos (diez en total, para los que hacen cálculo de precios). Teníamos pensado tomar el postre en otro sitio, pero, como rezaba en su pizarra "No se vayan sin probar la tarta de la casa", éso hicimos. Estaba realmente buena, con sabor a moka y nata, muy ligera y fresca. Repetimos otro plato. A la hora de pagar nos llevamos otra agradable sorpresa. Exactamente 67,50€ por todo lo que comimos y bebimos, lo cual sale a poco mas de 10€ por cabeza. Salimos muy contentos, volveremos seguro, y, una vez más, se demuestra que no hay que dejarse llevar por la primera impresión. Es un sitio muy recomendable. Y después de comer, a echarse el cigarrito al aire puro del Barranco de las Lajas. Por cierto, como la imagen de Google Maps no llega hasta el restaurante, les he puesto como referencia El conocido restaurante El Bosque. Sólo tienen que seguir hacia arriba recto, y cuando lleguen a una bifurcación, coger hacia la derecha. hay un cartel indicador. Acompaño el comentario con éstas fotos, no sé que hice con la tarjeta de memoria, creo que borré el resto de platos, pero queda representativa ésta muestra.

Dirección: C/ Carril de Millete 87. Barranco las Lajas.
TACORONTE.- Teléfono: 922-567 644